Hermanos del
Sagrado Corazón

Quiénes somos

El Instituto de los Hermanos del Sagrado Corazón es una congregación religiosa católica romana internacional, compuesta por religiosos laicos dedicados a la formación de niños y jóvenes. Fue fundada en 1821 por el padre Andrés Coindre, sacerdote de la diócesis de Lyon (Francia). El trabajo inicial en una casa de acogida y escuela profesional para muchachos, fue extendiéndose en respuesta a las numerosas necesidades de los niños y jóvenes de todo el mundo. Hoy, los hermanos trabajan en el ámbito de la educación en más de treinta países de los cinco continentes.

Gobierno

El Instituto está estructurado para administrar lo mejor posible la misión de la comunidad, en un espíritu de solidaridad y colaboración, respetando el principio de subsidiariedad.

La administración general, ubicada en Roma (Italia), está compuesta por el superior general y cuatro consejeros. Este equipo directivo está apoyado por un ecónomo y un secretario. Todos juntos coordinan la misión del Instituto en el mundo conforme a las orientaciones del capítulo general.

El Instituto se divide en doce provincias y cuatro delegaciones (de éstas últimas, tres están integradas en sendas provincias y una depende directamente del superior general en consejo). Además, estas entidades quedan reagrupadas en cuatro conferencias, que colaboran en diversas actividades. Las conferencias, distribuidas por grupos lingüísticos, establecen a menudo programas comunes de formación. Las casas de Italia y Mozambique son misiones dependientes del superior general en consejo.

Una comunidad de hermanos

Extracto del preámbulo de la Regla de vida:

Para librar a los niños y jóvenes de la ignorancia, prepararlos para la vida y procurarles el conocimiento y el amor de la religión, el padre Andrés Coindre funda en 1821 el Instituto de los Hermanos del Sagrado Corazón.

La fundación del instituto se inscribe en el contexto misionero de la época como una respuesta a las necesidades de los tiempos y lugares, a favor de una juventud abandonada y descristianizada.

El padre Andrés Coindre quiere que los miembros del instituto sean hermanos que vivan los valores específicos de la vida religiosa y se comprometan de manera estable a servir a la Iglesia y a la sociedad.

Como hermanos, comprometemos nuestra vida al servicio de Dios y de su pueblo, en especial mediante la formación de los niños y jóvenes. Como hermanos, vivimos en una comunidad construida sobre los valores del Evangelio, en medio del pueblo de Dios, con la esperanza de que nuestra vida pueda inspirar esos mismos valores a los demás. 

Junto con colaboradores laicos comprometidos, formados en el espíritu de Andrés Coindre, acompañamos a los niños y jóvenes en las etapas de formación educativa para ayudarles a alcanzar su plena realización personal. Como educadores religiosos, formamos a los niños y jóvenes en la fe, la esperanza y el amor, para que puedan conocer la maravilla del amor de Dios y sean capaces a su vez de vivir de ese amor y de difundirlo. 

Siguiendo a nuestra Regla, nos comprometemos a vivir “como hermanos de Cristo, profundamente unidos a él en su oración continua, como hermanos de nuestros hermanos en la vida común, y como hermanos de todos, especialmente de los niños y jóvenes más necesitados".

Historia

El padre Andrés Coindre inicia su ministerio sacerdotal en 1814 en Bourg-en-Bresse, cerca de Lyon. Trabajando con laicos de la ciudad, se percata del peligro que corren los niños y jóvenes sin hogar y los enviados a prisión por delitos menores. Al ser trasladado a la parroquia de San Bruno, en Lyon, sigue interesándose por esos muchachos encarcelados, mientras desarrolla su ministerio sacerdotal y de predicador.

El padre Andrés Coindre conoce en Lyon a Claudina Thévenet, una feligresa que ya dirigía un grupo de señoritas en una cofradía del Sagrado Corazón. Como director espiritual de Claudina, la anima a fundar una congregación religiosa de mujeres para preservar a las niñas y jóvenes de los peligros de la calle. Hoy, las Religiosas de Jesús-María están presentes en todo el mundo; y Claudina, conocida con el nombre de Madre María San Ignacio, ha sido reconocida como santa por parte de la Iglesia. 

En 1818, con el apoyo de algunos hombres de negocios y diversos parroquianos, el padre Andrés Coindre crea un “refugio”, un hogar de acogida llamado Pío Socorro, para los niños y jóvenes que va encontrando en las prisiones de la ciudad. Tres años después, queriendo dar mayor estabilidad a su obra y orientarla más hacia la formación integral de la persona (corazón, alma, cuerpo y espíritu), reúne a un grupo de diez hombres interesados en esta misión, que el 30 de septiembre de 1821 pronuncian sus votos privados en la capilla de Nuestra Señora de Fourvière, en Lyon, convirtiéndose en los primeros Hermanos del Sagrado Corazón.