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Reflexiones del hermano Jacques Anthony Germeil. Provincia de Haití.

La esperanza es un don precioso que nos ayuda a superar las pruebas y nos mantiene en el buen camino. Más que nunca, necesitamos esta esperanza activa que nos ayude a afrontar los numerosos desafíos. Debemos desplegar medios específicos para sembrar esta esperanza en nuestros ambientes de vida y de apostolado, como lo experimentamos entre nosotros, hermanos de diferentes entidades del Instituto, durante el capítulo general.

Al estilo de la primera comunidad cristiana, fuimos asiduos en la escucha de la Palabra de Dios, fieles en la comunión fraterna a pesar de nuestros diferentes orígenes, en la celebración de la Eucaristía y en nuestras oraciones diarias. 

Sigamos esforzándonos cada día más por ser una comunidad que interpela a los demás mediante nuestro estilo de vida centrado en Cristo, fuente de nuestra esperanza. 

Queremos construir un futuro en el que nuestras palabras y obras reflejen más fielmente nuestra realidad, basándonos en la esperanza de una comunidad renovada donde dé gusto vivir. 

¡Seamos siempre y en cualquier sitio sembradores de esperanza!